lunes, 23 de noviembre de 2009

Norberto García Yudé y su libro: Partículas-dijo.


Partículas —dijo
Cuento breves
144 páginas
El Francotirador Ediciones



Se asomó a la infinitud del Universo y dejando caer una mirada, que desde lo profundo del cosmos atravesó la eternidad de las galaxias, vio el mundo y a los seres que habitaban en el: —son… partículas —dijo

(PharKus MCMXLV­ —D.C)
Versículo 178 ­­







Norberto García Yudé y su libro Mentiras Indecentes


Mentiras indecentes
Cuentos, 64 páginas
Pirca Ediciones

A manera de prólogo Carta de María Esther de Miguel
Queridos Chicos, José Luis y Norberto
.

Me dio mucha alegría saber que los dos están bien y que Norberto estás recuperándote de tu enfermedad; cuando viajó tu hermana Hilda a Madrid me trajo noticias de ustedes.
Es una lástima que no quieras que te conteste por correo electrónico, es mucho más rápido.
Yo fui una vez a la editorial a buscarlos para un acto pero me atendieron los nuevos dueños, que entre paréntesis no me gustaron para nada, así que no volví más. Estaba todo muy venido a menos, el salón y las oficinas.
Quise contestarte rápidamente para acusar recibo por los originales de Mentiras indecentes. Lo leí y me gustó mucho. Como siempre tenés ese toque socarrón y cáustico que hace inconfundible tu estilo; la originalidad y temática son destacables. Me divertí mucho leyéndolos, sobre todo por las dosis homeopáticas de los cuchacaras, como te escribí en la crítica de Partículas —dijo, para La Nación. Me pareció muy bueno El albatros. También vi que seguís con el código de no incluir el cuento que da título al libro, pero que aparecerá en el próximo.
Encontré dos errores importantes que te diré personalmente a tu regreso.
Atendiendo a tu pedido te digo que estoy dispuesta a prologártelo, aunque me esperan unos meses de intensa actividad ; ya estamos preparando la feria y tengo varios compromisos con Planeta. De todas maneras quedate tranquilo que me iré un fin de semana a Entre Ríos y allí lo haré. Bueno igual nos vamos a ver antes, ya que en tu carta me decís que se vuelven a radicar en Buenos Aires antes de navidad, entonces nos juntaremos para festejarlo, en cuanto a …
………………………………………

María Esther de Miguel y Norberto García Yudé

Nota del autor: Esta carta de mi amiga María Esther de Miguel continúa, pero los siguientes párrafos son de orden absolutamente privado, quise poner este fragmento a su memoria a manera de homenaje.


Eduardo Gudiño Kieffer y Norberto García Yudé









Norberto García Yudé y Pedro Orgambide

Norberto García Yudé y su libro Esa Muchacha


Esa muchacha
Poesía, 80 páginas
Ediciones Del Boulevard
Prólogo de José Luis Thomas
Asumir la responsabilidad de prologar el libro de un autor con mucha obra publicada, es más que el análisis del mismo, involucra conocer la génesis de toda su creación. Considero que a lo largo de la vida un escritor escribe un solo libro. Dice de diferente maneras y variadas técnicas todo lo que necesita expresar a partir de su cosmovisión.
Elige para cada ocasión un tema que desarrolla urdiendo el entramado de palabras que dirimen frente al lector y por qué no a través de él, la respuesta a sus interrogantes, que tal vez nunca conozca y por eso ha de seguir escribiendo.
La obra de Norberto García Yudé nace de la internalización de un sentido fatalmente poético de la vida, más allá de la realidad misma; es decir encuentra en la ficción un modo de reinterpretar la realidad, pero sin caer en el límite de lo increíble. Tanto su narrativa como su obra poética recorta la silueta de lo posible a la que le insufla ese toque de irrealidad. Como la vida misma traspasa las fronteras de los reinos, sin atreverse a morar en uno de ellos porque sabe que en el juego mismo de ir de uno al otro está el equilibrio que da certeza.
Esa muchacha, define un estilo marcadamente certero en este deambular por las emociones y los apasionados laberintos del ser de carne y alma.
El formato de poesía le sienta bien a su histrionismo poético. No podríamos disfrutar de cada uno de los temas que encara si no fuera a través del efímero trazado de los versos. En ellos Yudé sopesa con mucha solvencia, que denota oficio, no sólo inspiración, la fuerza dramática y por momentos épica con la levedad de la razón enfrentada a todos los misterios, encauzada desde la compulsa de deseos y sentimientos arrasadores.
No es fácil hablar del amor, ser original, creativo y lograrlo, siendo un tema tan tratado y maltratado a lo largo de la historia humana. Es por cierto uno de los estados del alma y el cuerpo más conocidos y desconocidos al mismo tiempo, que lleva a los seres por pasajes de luz y sombra, arrastrándolos del cielo al infierno y viceversa.
Encontrar la propia voz para nombrar al amor, al deseo, a la lujuria y al casto beso, es un trabajo que demanda haber vivido. Significa que antes del verso estuvo la gracia de alegrarse y sufrir con el amor en carne propia.
No hay en todo el libro experiencias prestadas, sólo fatales convicciones. Y al decirlo así se podría pensar que se habla de un amor razonado, digerido desde la mesura analítica, pero no, justamente la belleza de todo el libro, reside en esa virulencia que no da paso a lo correcto sino que se expone con total crudeza.
Es esta última apreciación la huella que se imprime en toda la obra del autor y por la que sus lectores podrán transitar disfrutando de un estilo personal y afiatado. En todos sus libros tanto de narrativa como de poesía, ronda la vida con sus exhuberancias.
En sus cuentos nos sorprende con finales inesperados y muchas veces abruptos que nos dejan al borde de insospechados sentimientos. Se podría decir que no escribe para pasar el tiempo ni para entretener a los lectores sino para sacudirlos del letargo de las propias certezas. No es que quiera cambiarnos, nos muestra otra cara; nos empuja hacia fronteras donde se ponen en evidencias aspectos y apetencias humanas de lo más cotidianas o deformaciones sociales en las que estamos inmersos y por las que nos dejamos arrastrar.
Es conciso para escribir; no deja hendijas; no hace lugar a la palabra por la palabra misma; no le interesa regodearse en la frase o detenerse en su ampulosidad, pasa con y por el lenguaje como si estuviera tejiendo una pieza cuya estructura predeterminada va a definirla; es decir teje dos mangas, no tres o cuatro porque tiene hilo.
Es destacable la capacidad estética para encuadrar sus temas dentro del marco de la austeridad.
Por momentos cae una y otra vez sobre una idea afirmándola y reafirmándola; la nombra y describe de diferentes maneras, la califica repetidamente sin caer en la peligrosidad del ripio. Sabe manejar la insistencia bocabularia desde el interior del sentido y los acentos que cada palabra conlleva a fin de dar ritmo y cadencia al verso.
En un comienzo hablé de oficio, porque es justamente ese trabajoso camino entre palabras el que subraya lo neto y la esencia que permite a una obra sostenerse por su propio peso.
Todos sus prologuistas de libros anteriores, escritores de la talla de Oscar Herme Villordo, María Esther de Miguel o José Isaacson, coinciden en esta visión de su oficio donde salta a la vista la sencillez y la justeza para decir, que sólo se logra cuando escribir es parte de la vida misma, a la que se suma la búsqueda constante de sustancia a través de la lectura y el trabajo a destajo con la palabra.
¿Cómo construye sus versos García Yudé? Lo primero que uno comprende es que le vienen desde el fondo mismo de su ser. No se duda ante la resuelta contundencia de sus imágenes y ha plagado de insomnio /mis ojeras enfermas, quien no capta la voracidad del amor ante esos versos que tiñen de violeta toda posible liviandad.
El poeta se entrega, atado de pies y manos porque no puede dejar de decir que el amor lo redefine una y otra vez.
Y no nos deja dudas al decir Voy a abrazarte/ con los brazos dorados/ de las Santa Rita/ fragantes de mi infancia.
Los recuerdos que evoca convocan los múltiples reflejos del amor desencadenado en nosotros.
Por esto decía antes que hay vida en su poesía, en toda su obra; más allá de la fantasía que pueda imponer a su decir
no cabe duda que Yudé ha trajinado cada día de su vida, cargando los mandatos de la sangre y como dijera en un poema de su libro Signos Vitales , Mi padre y el padre de mi padre,y el padre del padre de mi padre… aludiendo a esta urgencia que en él se concreta de todas las apetencias de vida de su antecesores.
Dice: Amanece/ mi amante duerme/ en las orillas de sus labios/ emerge el sol resplandeciente… Y contiene toda la belleza del amor nuevo, del amor sin tropiezos, del amor que aún no ha sudado la similitud de los días.
Porque el autor sabe también que el amor se nos muere por dentro/ como un imaginario viajante solitario… Es toda esta capacidad de ver desde adentro que lo hace tan creíble; que convierte la malla poética en una elastizada zona donde caben todos los juegos ilusorios del amor.
Y pasa de un ambiente a otro para dejar en la huella némica una imagen que más allá de la visión sea capaz de llenarnos de perfumes Traía olor a leña en las caderas/ en la boca y los ojos un desapego… Cambia el paisaje, los personajes, la noción de amar y se cuela sin nombrar la tierra y sus dones, con un final que reafirma la pasión y el sentido de lo efímero …más no me bastó el río/ para extinguir la hoguera.
La poesía es parte de la vida. Hay que saber encontrarla. Los poetas, andan con ella a cuestas y tienen la capacidad de revelarnoslá, pero no es tarea sencilla, la verdadera poesía es escurridiza y se necesita talento para encadenarla.
Yudé retiene el aliento poético a lo largo de todo el libro en un ritmo cadencioso y articulado de manera tal que cada una de las muchachas que dan nombre al libro, contonean sus caderas y percuten una sensualidad particular. Su hombre las convoca para que se desnuden. La deja expuestas sin más tapujos que la palabra volátil.
La densidad estética sostiene la esencia invisible de lo poético. García Yudé trabaja desde la perspectiva de quien define los contornos sin trazar la línea, sólo marcando los juegos de luces y sombras. No hay un dibujo previo; es toda una impronta que salta y se fija como una explosión que transfigura: Cuando me dijo adiós/sólo quedaba entre los dos la insoportable/ mesa de café/ y un par de tazas/ vacías/frías/ frías como su mirada. Cada verso, corto y llano, registra la impresión de esa escena glacial.
La riqueza de su decir sabe que ha de basarse también en la belleza de algún deseo imaginario, que no alcanza a definir y que se le escapa de la tangible finitud de la piel: Tal vez/ simplemente te imaginé/ tan bella y lejana con ardua/ rigidez de estatua/…
Sin abandonar la delicadeza del amante solícito, ronda toda la atmósfera del libro una fuerza contenida y hasta una especie de apasionamiento irracional: Te busqué con la furia atormentada/ con que matan las aves de rapiña/ y destrozan las fieras a sus víctimas/ te estrujé entre mis brazos poderosos/ hasta extraer toda la sangre que tuvieras/
… En el logradísimo Placeres solitarios, el poeta abre el surco de otro nivel de entrega: todo pasó muy pronto/ verano y humo lejano sabor del alcanfor/ ella se marchó / y retornaron los placeres solitarios.
Es notorio la multiplicidad de imágenes que evocan colores sabores y perfumes recreando atmósferas propiciatorias y el légamo nostálgico donde se guardan los amores pasados.
Por momentos la belleza clásica sobrepasa toda posible interpretación para abrirnos a todos los descubrimientos: Susurros soterrados en la noche inviolable/ socorren a los grandes olvidados… Hay belleza que trasciende la necesidad de definir; y la poesía es justamente lo que nos expresa sin nombrar.
Y como en sus cuentos no puede abandonar el vicio de la ironía y hasta el humor negro como en Caramelos de menta.
O en Sopa al final dice: El cucharón/ hizo una carraspera de rigor/ en la sopera.
En su deambular por las pasiones y las blanquecinas penumbras de las sábanas se encuentra consigo mismo o con una parte de sí o con uno de los nombres del mal ese Belphegor que ronda sus cavilaciones:…me sacrifica/estoy inmolado/ en una dimensión/ que enloquece los sentidos/…
Casi sobre el final del libro hay un subtitulado que dice …Y las otras, como si éstas no fueran tan suyas como las anteriores. Parece alejarse para mirar desde afuera, aunque no deja de estar siempre adentro de su propia espesura: …que quedé enamorado como nunca/ sólo yo pude ver a la poesía bañándose desnuda…
Es este un libro que abarca el espectro femenino y lo esgrime en todas sus facetas: La madre del soldado/ llora vacía en la marea/ se atormenta vencida/ cuestiona su destino/ y ruega a Dios/ sobre una lápida tan fría/ que no tiene respuesta.
Y en Julia la colorada, poema que propone un ritmo y una solvencia singular, el poeta redime a la mujer del amor que sabe amar y la trae desde París como si deseara entronizarla en la ciudad luz, donde puede vibrar el amor sin ser destituido por los pacatos.
Así de poema en poema se deambula por una galería de imágenes y palabras que nos remiten a la sublimidad del amor más allá de toda desdicha, de toda discriminación: Surgida del centro de la tierra/ allá/ en Lesbos.
Norberto García Yudé, entrega un libro trabajado con ahínco y apasionado sentido poético. La unidad temática densifica la sustancia que sostiene el logro formal y estético.
Es en suma un homenaje al amor cuya belleza lírica, abarca toda exaltación y todo éxtasis.

Norberto García Yudé y su libro Lucero... Arbol


Lucero…árbol
Poesía, 72 páginas
Pirca Ediciones

Prólogo por Alberto M. Pereyra

Dámaso Alonso autoridad crítica de la Literatura Española, dijo alguna vez “El poema es un nexo entre dos misterios: el de la poesía y el del lector. Luego de leer en profundidad esta nueva obra de Norberto García Yudé, que ha titulado “Lucero...árbol...”, veo que el primordial elemento para ese nexo, está lanzado, el de la poesía y estoy seguro que el nexo lector, cerrará el misterio del poema con toda la majestuosidad de la palabra: “ Vio volar el pájaro en la brisa distraída // hacia el atardecer impávido, casi encima del sol...”
Norberto, con este trabajo, muestra un singular lenguaje con el que sobrevuela toda la composición y que escapa a lo común, extrayendo un contexto no habitual en sus anteriores creaciones literarias.
Hay en él un oculto sentido de la nostalgia que por si solo requiere un uso especial de metáforas e imágenes: “Lucero..., árbol..., dos brazos leales // de mi cuerpo que abarcan // la llanura infinita de mi alma y acompañan mis senderos”.
Además no puedo dejar pasar la tiernas figuras que pueblan sus poemas: “Mi árbol está allí mirando el cielo // a brazo partido con las nubes // de cara al sol y las estrellas...” con esto podemos pensar que este ejemplo de sensibilidad es a la vez una exaltación y una nítida remembranza, también consecuencia de nuestra tradición cultural o es el fruto de mirar al pasado tan usado en la lírica castellana.
Todos los temas del libro se mueven en una conjunción de duplas, “sangre-savia”. “carne-madera”, “raiz-libertad”, etc. que quizás para algunos sea temático o se trate de una manía del autor que puede rozar los límites de lo trivial, tal vez sea así, pero lo simple está manejado con un conocimiento y un dominio tal del poema, que lo que indudablemente roza es la fibra íntima de la emoción: “Yo digo // hermano Lucero // hermano árbol // Francisco es el hermano de todo el universo // amor y piedad son sus razones...”.
Tal vez la imagen de Lucero y su dueño, nos traiga reminiscencia del Quijote y Rocinante, del Cid y Babieca, de Alejandro y Bucéfalo, pero lo que se rescata es la dulzura de Platero de Juan Ramón Jiménez.
Promediando el brillante desfile de versos sencillos y resonantes que atrapa con su cuidada elaboración lírica y alguna disimulada rima asonante, aparecen una variedad de cantos a lo formal, a lo cotidiano, a lo sentimental: “ Si la viera // si mamá la viera // tan parecida // tan igual a ella”, que consiguen mantener una gran coherencia interna, facilitando el disfrute de esta nueva propuesta de Norberto, al servicio de una pasión poética pura.
Los lectores encontrarán evidentes implicaciones de preceptiva y de manejo de la retórica que ha conseguido una composición vivencial que late con fuerza a lo largo de todo el libro, aunque sin dudas el autor sólo busca la belleza del poema.
Agregaré por último que en todo el libro siempre existe una determinada evocación que nos conmueve, en este caso el árbol y Lucero, tienen mucho que ver referencial y remotamente con la dialéctica que se impone entre el autor y el libro, dos referen-cias que han estado especialmente presentes.
Por todo esto y parafraseando a Paúl Auster rescato: “Nos convertimos en lo que somos, pero seguimos siendo lo que éramos, a pesar de los años”. Y Norberto con esta obra lo confirma.



Contratapa de José Luis Thomas

Ante la tremenda sensación de vacío que paradógicamente produce el mundo actual, globalizado y consumista, donde se crea la ilusión de que hay de todo para todos; García Yudé, perplejo ante el desarraigo de todo lo humano del corazón del hombre, que lo lleva a decir —no salgas, no hay nadie afuera— reordena su noción de estar vivo y sensible en un diálogo sin precedentes con su caballo y con su árbol. Esos dos seres que son parte de la vida que expresamos con un yo que divide y parcela, le permiten recuperar el sentido y las fronteras indivisas, para reinstalar en su conciencia el sentido profundo de la vida y el amor. Lucero y el árbol, testigos mudos de la locura del ser humano, inducen en el alma del poeta versos que van más allá, mucho más allá de cualquier elucubración intelectual, para despertar un sentido crítico salido de las entrañas de sentir la existencia en su totalidad. García Yudé, siguiendo la huella de su estilo diáfano y sencillo se funde en revelaciones que acallan los murmullos del conocimiento prosaico, para dar de lleno en el corazón donde habita el silencio creador que no tiene palabras y sólo sabe amar. Lucero, árbol… es un libro cuya significación elude todos los ismos, convirtiendo en poesía pura, hermosa y simple toda posible metafísica donde el alma busque su sentido de ser.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Manuel Mujica Lainez prologa a Norberto García Yudé, año 1969




Prolegómenos para el joven poeta
Por Manuel Mujica Lainez

A solicitud de Norberto García Yudé lo acompañaré en este, su primer libro de poemas, con algunas reflexiones personales. He leído los originales de este joven artista y es evidente que posee gran vocación. Aunque viene de los escenarios donde ha realizado varias obras de teatro, pareciera ser que este arduo oficio no alcanzara para expresar su pasión existencial. Elige el camino de la escritura para dar cauce a una visión extraordinaria y diversa de la realidad que lo conmueve y en sus Cantaros Crueles refleja la energía vital que lo acomete en su turbulento diario vivir.
Es sorprendente como este joven poeta, valiéndose de lenguaje sencillo y coloquial convoca la emoción del lector. Aquí hay sin duda alguna poesía lírica, enamorada de una ciudad que lo aprisiona y a la cual pertenece en tiempo y espacio, manifestada sin falsos pudores ni temores, y a la cual debe sublimar para poder sobrevivirla.
Las asonancias dejan abiertos los poemas, prolongan sus ecos en la interioridad sensible del lector, conmoviéndolo describen pensamientos que son también asonantes en su belleza espiritual. Por momentos el ritmo interior de cada verso se acelera.
Como es sabido la verdadera magia nunca se expresa en medidas y rimas exactas y de las que afortunadamente, García Yudé se despreocupa, al contrario: cada formula es imprecisa.
Este breve pero consistente poemario anuncia que estamos en presencia de un futuro gran poeta.

CONTRATAPA

El cántaro

¡Como se platinaron mis atardeceres!
Como la miel tan dulce de mi ayer inmediato
se transformó de rápido en sabores de hiel,
que inseguro hoy se siente en mis manos el cántaro
que con tanta firmeza mis verdades más fieles
de otrora y aún muy verdes desde él derramé.

Incrédulo lamenta su insondable fondo
no comprende, no entiende que de cántaro noble
se trocó en cántaro ya de inservible cruel
y le pregunta en vano al inútil alfarero:
¿Qué pasó con tu vida? ¿Qué te hicieron?
Simulo no entender y seguir adelante
¿qué me han hecho…? ¿por qué?
…simulo no entender…

No culpes viejo amigo a los hombres
que si ayer fue de panales y mujeres sedosas
de frutos deliciosos y licores sublimes
hoy es tiempo de partidas sin rencores.
He de reunir mis cosas, dejar las cuentas pagas
acomodar mis ropas y arreglar mi anaquel.

Y ya, mañana mismo sin ninguna demora
de tu vertiente ignota me tocará beber
el légamo imborrable del fondo misterioso
y en la última tarde coronada de adioses
desde mi niebla gris mezclada con la noche
partiré sin esfuerzos, sin llantos ni reproches
a beber satisfecho y liquidar de un golpe
la gota más amarga de mi cántaro cruel.