sábado, 24 de mayo de 2014

Callejera



Fue sólo una callejera amarga del desamparo
pero me hundí cada noche a quemarme
en su carne de fuego y su sierpe de arena
enjugando el dolor hasta olvidar mis huesos

Era sola y muy dulce y su llanto y la pena
le inundaban los ojos empapados de ojeras
con enormes destierros
por eso y mucho más no sentí la herida
cuando ella me dejo y no sé si gocé
o si ella alguna vez gozó

Era alta y morena con muy anchas caderas
y envolvía a los hombres
con su carne de fuego y su sierpe de arena
y esa voz suya… tan tierna

Era sola y yo solo solos los dos
aunque yo fuera un tonto y ella una callejera.

De mi libro: “Esa muchacha”